WELLINGTON (Reuters) – El gobierno de Nueva Zelanda declaró el jueves la gratuidad de las mascarillas y de las pruebas rápidas de antígenos, en un intento de frenar la propagación del COVID-19 y de aliviar la tensión en el sistema sanitario del país, que está gestionando un aumento de pacientes de COVID y de gripe.
En las últimas semanas se ha producido un enorme salto en la cantidad de nuevos casos de COVID en Nueva Zelanda y las autoridades están determinando que esta oleada de Omicron puede ser peor que la primera.
El sistema hospitalario del país se enfrenta ahora a un aumento de los tiempos de espera y a la cancelación de procedimientos médicos.
Nueva Zelanda, con 5,1 millones de habitantes, registró el jueves 11.382 nuevos casos de COVID, con un total de 68.737 hasta ahora con el COVID-19. De ellos, 765 casos están actualmente hospitalizados.
La rápida respuesta de Nueva Zelanda a la pandemia y su aislamiento geográfico mantuvieron al país más o menos libre de COVID hasta finales del año pasado. El gobierno renunció recientemente a su estrategia de «cero-COVID» una vez que la mayoría de la población fue vacunada y se ha permitido la propagación de la infección.
Verrall dijo que, aunque ahora no es posible el COVID-cero, sigue esperando que la gente lleve una mascarilla, se someta a pruebas periódicas y se aísle en caso de que ellos o alguien en su casa dé positivo a la infección.